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Hoy, ya con una sólida información en nuestra base de datos, luego de haber realizado cerca de cuatrocientos estudios de Clima Organizacional en la última década, lo que nos han permitido acumular ya más de 100,000 encuestas aplicadas en Centro América y algunos otros países de América Latina, consideramos tener el respaldo suficiente para poder afirmar que nuestro slogan, más allá de una frase inspiradora, tiene una sólida base científica.

A nadie, a menos que sufra algún tipo de trastorno mental o emocional, le gusta ser maltratado. Y, de la misma forma, nadie que goce de salud mental y emocional, encuentra agradable tratar mal a otras personas. Sin embargo, en los ambientes laborales es bastante común encontrar mal trato, faltas de respeto y acoso de distinto tipo.  Situaciones que se dan no sólo de jefes hacia subalternos; también, aunque menos frecuente, de subalternos hacia jefes; o maltrato entre los propios compañeros de trabajo o de unas personas a otras en la misma empresa, aunque pertenezcan a distintas áreas o departamentos.  

“A nadie, a menos que sufra algún tipo de trastorno mental o emocional, le gusta ser maltratado.”

¿Qué podemos entender por mal trato?

Porque es importante no confundir el estilo de relacionarse de algunas personas que son serias, responden de manera lacónica o son directas para expresarse. El mal trato tiene que ver más con la falta de elementales normas de cortesía y respeto, así como con la intención de hacer daño a la otra persona, ya sea de manera física o emocional: Un jefe que acostumbre a llamarle la atención a sus colaboradores en público, por ejemplo, o un compañero que suele hacer bromas y poner apodos a cualquier persona que encuentra vulnerable. Un jefe o compañero de trabajo que se refiere a otros con sarcasmo o indirectas. También aquellos trabajadores que, sabiendo el nivel de dependencia que se tiene de ellos por sus cualidades especiales, se cree con derecho de responder en forma abusiva a jefes, compañeros o trabajadores de otras áreas.  

Sin embargo, como el presente artículo se refiere al ambiente que genera un buen líder, dejaremos esos otros ejemplos, considerados como “mobbing laboral” para una futura ocasión, centrándonos en estos párrafos en la figura del líder.

Un buen líder trata a su personal con respeto, escucha con atención sus opiniones y no duda en ponerlas en práctica sin son adecuadas e inteligentes. Cuando un colaborador le plantea un problema le escucha con empatía, sin sacar previas conclusiones. Cuando tiene que corregir conductas inapropiadas o un problema de desempeño, lo hace en privado y centrándose en criticar la conducta, no a la persona.

Un buen líder tiene claro su papel de mentor y se preocupa por enseñar a sus equipos, sin guardarse los “secretos” para sí mismo. Goza compartiendo el éxito de quienes le reportan y otorgando mérito a su equipo, sin temer o avergonzarse porque los miembros de este tengan ideas brillantes, muchas veces mejores que las suyas.

Jim Collins, en su magistral obra “Empresas que Sobresalen”, utiliza una magnífica metáfora para expresar este fenómeno característico de los buenos líderes (o líderes de Nivel 5, como él los llama). Es la metáfora de la ventana y el espejo, que se refiere a que, cuando las cosas salen bien, un buen líder generalmente se “asoma a la ventana” para otorgar el mérito a su equipo, o a uno de sus integrantes. Pero cuando las cosas van mal, lo primero que hace es “verse” en el espejo y preguntarse ¿Qué hice mal para que esto sucediera así?

Contrariamente a lo que pudiera pensarse de manera intuitiva, nuestra información indica que hay muchos buenos líderes en nuestras organizaciones, pero también hay que hacer una fuerte labor de formación y evaluación permanente para provocar cambios en aquellos que desaniman y descorazonan al personal. Estos esfuerzos de mejora deben ser implementados, tanto para ayudar a estos buenos líderes a mejorar, como para forzar, si, forzar la mejora en aquellos que generan ambientes desagradables de trabajo.  Pues un mal ambiente de trabajo es improductivo. Según investigaciones realizadas por los profesores Cubeiro y Gallardo, de la Universidad de Barcelona, hasta un 70% del clima organizacional depende del estilo del líder para conducir a su equipo, así que bien vale la pena invertir en su cambio y mejora, si es que se quiere contar con buenos ambientes de trabajo.

“7 de cada 10 trabajadores expresa que su jefe lo trata con respeto y educación”

¿Qué encontramos en América Central?

Los resultados que les compartimos a continuación son muestra de lo mucho que falta por trabajar para mejorar el ambiente actual de muchas organizaciones.

  • Empecemos con un dato positivo: 7 de cada 10 trabajadores expresa que su jefe lo trata con respeto y educación. Este dato es muy importante, porque creemos que confirma nuestra interpretación de que el error no está en la intención del líder, sino más bien en la forma de corregir o “empujar” para lograr los resultados.
  • Sólo 4 de cada 10 trabajadores afirman que en su área de trabajo las llamadas de atención se hacen de forma justa y equitativa.
  • Tan solo 1 de cada 4 trabajadores expresa que cuando comete un error, su jefe inmediato lo corrige adecuadamente.

Más preocupante es aún el dato siguiente: 8 de cada 10 manifiestan que es más común que se les critique cuando algo sale mal a que se les felicite cuando algo sale bien.

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